El inicio de una nueva relación sentimental tras de un divorcio puede ser complicado, pero puede serlo todavía más si en esta situación incluimos la posibilidad de que uno de los miembros de la relación aporte hijos de su anterior relación. A esta nueva relación se la denomina familia reconstituida, y hoy en día cada vez es más frecuente que se den en nuestra sociedad.
Cuando alguien establece por primera vez un matrimonio y crea una familia, se da por sentado que mientras la relación de los adultos sea buena, el funcionamiento y la armonía de toda la familia también lo será. Sin embargo, esto no es lo que sucede en las familias reconstituidas, ya que la clave del éxito y de un funcionamiento armonioso en la familia pasará necesariamente por que se establezca una buena relación entre los hijos/as y el padre o madre no biológico.
En ocasiones, el malestar en estas familias tiene origen en que el niño/a no acepta a la pareja de su padre o madre, y surgen problemas de disciplina y de desprecio hacia este/a que a su vez dañan la relación de pareja y ponen en peligro su viabilidad. Por regla general, los niños/as no admiten la autoridad de un adulto hasta que éste no se ha ganado su confianza y respeto y para ello el adulto deberá establecer primero una relación positiva con el menor.
Como terapeutas, nuestro trabajo será explorar si los adultos poseen alguna de las fantasías más comunes en estas situaciones acerca de cómo debe comportarse el nuevo cónyuge, qué papel debe tener en materia de autoridad o, por ejemplo, si debe ser sustituto del anterior miembro de la pareja. A lo largo del proceso terapéutico, descubriremos aquello que realmente está afectando a la convivencia familiar y trataremos de modificar aquellas dinámicas que pongan en peligro la buena relación entre todos los miembros de esta nueva familia.